¿Qué son las bioenergías?
Las bioenergías, como el nombre indica, abarcan toda forma de energía vital, incluidas las energías de las plantas, animales y toda clase de ser vivo.
Los seres humanos somos sistemas abiertos. Intercambiamos energías con el entorno en el que vivimos. Las fuentes de bioenergía más conocidas son los nutrientes (alimento y bebida), las plantas, el sol, el mar y el aire que respiramos. Este tipo de energía primaria e inmanente es la principal fuente de energía que las criaturas vivas absorben. La Concienciología llama este tipo de energía impersonal: energía inmanente. Sin embargo, las distintas culturas que han existido a lo largo de la historia han asignado distintos nombres tales como energía cósmica, prana, chi, energía primaria, energía vital, energía sutil, orgón, etc. Sea cual sea la terminología que se emplee, todas ellas se refieren al mismo tipo de energía.
Cuando nosotros, los humanos, producimos pensamientos y emociones, transformamos la energía inmanente (universal, neutra) en energía conciencial (personal, única). Siempre pensamos y sentimos, y grabamos en nuestra energía conciencial la información de todos nuestros pensamientos y emociones. La energía conciencial, por lo tanto, se compone de energía inmanente, que se obtiene de la naturaleza, más un patrón individual de pensamientos y emociones.
Costos y Gestión:
Nadie duda del reemplazo progresivo de los combustibles fósiles por otros renovables y los combustibles de origen vegetal o animal jugarán un papel clave. La Argentina "puede proveerlos en cantidades enormes", indica el autor. "El desarrollo de una plataforma de bioenergía en el país constituye una oportunidad más que beneficiosa", afirma.
Una oportunidad posible, necesaria, virtuosa. Eso es lo que representa para el país el desarrollo de bioenergía. Las condiciones están dadas. El contexto internacional resulta favorable, la necesidad de buscar formas alternativas de combustión para preservar mejor el planeta es un incentivo y la alta productividad y eficiencia de nuestro campo nos sitúan en un punto de partida expectante. Hay que aprovecharlas, claro. Sin estridencias, con un trabajo serio y responsable, con inversiones en infraestructura e investigación, con un marco jurídico adecuado y una mirada que vaya más allá de la coyuntura y piense en términos de proyectos a mediano y largo plazo. Hay que aprovecharlas, y este es el momento.
La matriz energética del mundo está en crisis, quién lo duda. A la suba histórica del precio del petróleo por conflictos políticos se le suman las restricciones crecientes en la oferta. Un recurso escaso y no renovable tarde o temprano encuentra su límite y deja sus huellas. Es eso lo que está empezando a suceder, aquí y en otras partes del mundo. Pero no es lo único. La demanda de petróleo no deja de crecer, impulsada por la lógica misma del capitalismo, y exige definiciones concretas para no agudizar los conflictos. Algunos piensan que el futuro energético estará ligado al hidrógeno, otros a la energía solar. Pero ya nadie duda del reemplazo progresivo de los combustibles fósiles por otros renovables. En ese largo proceso de cambio —se sostiene— los combustibles de origen vegetal o animal jugarán un papel clave. Y nuestro país puede proveerlos en cantidades enormes.
La dimensión ecológica tampoco es ajena a esta cuestión. Los combustibles fósiles como el petróleo liberan dióxido de carbono a la atmósfera y causan el recalentamiento global del planeta y un cambio climático creciente muy perjudicial para el futuro de las especies. El uso de bioenergía, por el contrario, significaría un freno concreto a este problema ya que los gases se reciclan de manera continua a través de la fotosíntesis. Además, disminuiría la contaminación con plomo, CO, SO2 , smog e hidrocarburos.
Es cierto, hay quienes alertan acerca de los efectos no deseados que puede traer. El avance de la frontera agrícola para responder a la demanda sería uno. La deforestación sin control podría ser otro, con los riesgos de que conllevan. Pero nada que no se pueda evitar con un uso racional de los recursos, mayor conciencia, parámetros de calidad y políticas claras de ordenamiento territorial. Nada que no podamos hacer.
Otros países ya están avanzando en este nuevo rumbo y son la vanguardia, Alemania con investigaciones serias y la producción de biodiésel a partir del aceite de colza. En Europa son líderes, pero no son los únicos. Y no sólo porque hayan descubierto las bondades del negocio sino también por estrictas disposiciones comunitarias. Para 2010, por ejemplo, todos los países miembros de la Unión deberían tener combustibles con una proporción mínima del 5,75 por ciento de biocombustibles. Algo parecido sucede desde hace rato en Estados Unidos, donde se discute la obligatoriedad de que las naftas tengan un corte promedio de 10 por ciento de etanol, extraído del maíz.
Sin embargo, no hay que irse tan lejos para encontrar avances. Brasil acumula tres décadas de investigaciones en recursos bioenergéticos y hoy en día es el mayor productor de bioetanol a partir de la caña de azúcar, el 50 % de la caña tiene este destino y se está haciendo fuerte en los derivados de cultivos nuevos. Son países que apuestan al futuro y a ellos tenemos que sumarnos.
No será suficiente reiterarlo todas las veces que sea necesario. El desarrollo de una plataforma de bioenergía en el país constituye una oportunidad más que beneficiosa. Y esto por distintos motivos. Por un lado, está la posibilidad concreta de trasladar las ventajas comparativas de nuestro campo y la productividad enorme de nuestra agroindustria a la obtención de bioenergía.
El país tiene el complejo de producción de aceites vegetales más competitivo del mundo y eso hay que aprovecharlo. Además, las posibilidades de satisfacer la demanda agregada son altas. Si ya hoy Europa no puede abastecerse con su producción, mucho menos lo hará cuando rijan las nuevas disposiciones. Adicionalmente se suma la demanda de Japón, China, Corea, India. Por lo tanto, va a requerir una importación creciente que el país estaría en condiciones de aportar.
Pero no son los únicos beneficios. Con una producción intensiva de bioenergía el país estaría logrando un objetivo no siempre obtenido en otros contextos de crecimiento. Esto es, permitiría consolidar un modelo donde la renta agraria sea utilizada para generar puestos de trabajo genuinos sin necesidad de apelar a transferencias intersectoriales a través de impuestos distorsivos. Las cosechas de granos, oleaginosas y caña de azúcar, por ejemplo, se industrializarían en la misma región donde se levantan y parte de ese valor agregado quedaría en la economía local. Este círculo virtuoso también podría darse a partir de la promoción de las cooperativas de producción para el autoconsumo de biodiésel o a partir de la diversificación de cultivos que podría traer aparejado. El abanico de beneficios resulta muy amplio como para quedarse con los brazos cruzados.
Por suerte, hasta aquí las actitudes prescindentes fueron las menos y el compromiso para llevar a cabo este desarrollo resulta hoy mucho más difundido. El país tiene desde hace poco una Ley Nacional destinada a promover los biocombustibles (ya pronta a ser reglamentada), y el compromiso del Ejecutivo de generar desde la gestión las condiciones que hacen falta para que los proyectos de inversión que ya funcionan puedan llegar a buen puerto (en los dos sentidos del término) y para que se establezcan otros de cara al futuro. Entre enero de 2005 y agosto de 2006 se anunciaron 13 proyectos con un monto estimativo de 285,5 millones de dólares de inversión. Y llegarán otros seguramente. Bueno sería sepamos aprovecharlos, para generar desarrollo y oportunidades de trabajo.
Bienergía, biomasa
La bioenergía es la energía que se obtiene a partir de biomasa, que es la materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo o provocado, utilizable como fuente de energía. Biomasa es por tanto toda planta o materia que hay sobre la superficie: residuos agrícolas - paja, orujos-, residuos forestales, restos de las industrias de la madera -astillas, serrín- y cultivos energéticos -cardo, girasol, paulonia.
La biomasa se utiliza para generación de calor, frío, electricidad o transporte. Para facilitar su uso se transforma en biocombustible sólido -pellets, briquetas o astillas-, líquido -biodiésel o bioetanol- o gaseoso -biogás.
En muchos sentidos, la biomasa puede considerarse como una forma de energía solar almacenada, ya que las plantas utilizan esta energía para capturar CO 2 y agua a través de la fotosíntesis. Además, es un combustible no fósil, neutro desde el punto de vista del ciclo del carbono (ciclo natural del carbono entre la tierra y el aire).
Las emisiones de CO 2 que se producen para la obtención de biomasa, al proceder de un carbono retirado de la atmósfera en el mismo ciclo biológico, no alteran el equilibrio de la concentración de carbono atmosférico, y por tanto no incrementan el efecto invernadero. Su uso contribuye a reducir las emisiones de CO 2 a la atmósfera, siempre que sustituya a un combustible fósil.
Las ventajas de la bioenergía, puestas de manifiesto en el congreso, son: permite reducir la dependencia respecto a los recursos fósiles, ya que España cuenta con la materia prima para producirla, reduce el efecto invernadero porque durante su combustión sólo libera la cantidad de CO 2 captada por la planta durante su crecimiento y por último permite la creación de empleo en el medio rural.
Por último, la biomasa se ha planteado como una de las fuentes de energía renovable que más aportación puede realizar al Plan de Fomento de las Energías Renovables de España en los próximos cinco años y contribuir, así, al cumplimiento del Protocolo de Kyoto.
Una de las fuentes para producción energética que impulsará el Plan de Fomento de Energías Renovables en España hasta 2010 será la biomasa. Según este plan, en 2010 las centrales de biomasa producirán en España 8.980 GW/h, frente a los 2.193 GW/h del año 2004. Para alcanzar este objetivo se necesita el despegue definitivo de su cadena de funcionamiento.
Atractivo mercado
Un reciente informe de Reuters Business Insight1 estima que la contribución de la bioenergía al abastecimiento de la energía primaria mundial podría alcanzar el 50% hacia el año 2050, mientras que el consumo anual sería de menos de un 10 % del crecimiento vegetal anual y de 270 EJ en términos de producción de energía. La Península Ibérica ofrece, por su parte, un mercado potencial de 53 millones de consumidores de bioenergía, lo que representa el 14% de la población de la Europa de los Quince.
La bioenergía representa una oportunidad de negocio en la Península Ibérica no sólo por el potencial de consumidores existente, sino también por la materia prima de la que dispone. Así lo percibieron los empresarios entrevistados en el estudio de mercado que se realizó en el ámbito europeo para determinar la necesidad de organizar Expobioenergía'06: el 36% de las empresas entrevistadas manifestó confiar en un alto crecimiento del mercado ibérico en los próximos tres años.
Además, la coyuntura económica mundial, que afecta al precio del petróleo; la ubicación geográfica, que supone una alta dependencia energética de España y Portugal; y otras circunstancias como el cambio climático, el Protocolo de Kyoto y las decisiones de la Unión Europea para contribuir a lograr sus objetivos, obligan a pensar en el desarrollo de energías alternativas.
Un sector maduro, pero...
Según Francisco Javier Díaz González, Presidente de Avebiom, asociación organizadora del Congreso, la bioenergía ya puede considerarse un sector maduro como actividad industrial: es producida hoy por hoy en centrales eléctricas, generando MWs de electricidad, agua caliente para redes de calefacción para comunidades locales, y todo esto utilizando la biomasa sólida.
También con biomasa sólida en forma de astillas o pellets se calientan multitud de viviendas, escuelas, centros médicos, etc. utilizando unas calderas totalmente automatizadas.
A su vez, los biocarburantes líquidos permiten disponer de transportes más limpios y los biocombustibles gaseosos son utilizados para generar electricidad o para el consumo doméstico. Todos estos son ejemplos de la madurez de la bioenergía como sector de actividad que establece la diferencia para combatir y reducir los efectos del cambio climático.
Sin embargo, en España el desarrollo de la bioenergía está siendo extremadamente lento, debido sobre todo a la falta de apoyo político suficiente, según se explicó en el congreso de Valladolid. No será posible que la bioenergía ocupe el lugar que le corresponde, sin que todos los responsables implicados se impliquen más directamente.
Sin embargo, en otros países de nuestro entorno la situación es bien diferente: Suecia, Finlandia, Austria, Dinamarca, Italia, Alemania, Francia, y en menor medida Inglaterra, han apostado ya de forma decidida por la bioenergía, legislando a favor de su desarrollo, fomentando la concienciación de la población y apoyando iniciativas industriales.
Los grandes avances tecnológicos fomentados por la necesidad de mantener un medio ambiente saludable, han permitido la realización de una buena parte de este progreso de la biotecnología en Europa, pero la inversión creciente en la investigación y el desarrollo de la bioenergía promete una conversión energética todavía más eficiente en un futuro no muy lejano.
Campaña europea
La promoción de la bioenergía forma parte de la Campaña Energía Sostenible para Europa 2005-2008, una iniciativa de la Comisión Europea que se enmarca en el programa Energía Inteligente para Europa (2003-2006).
El objetivo de este programa es lograr una mayor sensibilización por parte de la población y fomentar la producción y el uso sostenibles de la energía entre los ciudadanos y las organizaciones, las empresas privadas y las autoridades públicas, las agencias comercializadoras y energéticas, las asociaciones industriales y diversas ONG en toda Europa.
jueves, 19 de abril de 2007
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